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Facetas del Gestor Cutural, una intervención diferenciada de la cultura

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En los últimos años hemos sido testigos de como poco a poco el papel del Gestor Cultural toma relevancia social, en la medida en que la necesidad de organizar y guiar la cultura en la comunidades se vuelve una prioridad. La profesionalización e inserción en el campo laboral de estos agentes de cambio se visibiliza más con la aparición académica de estudios formalizadores de este campo.  

El papel de Gestor Cultural, lo este realiza y como lo realiza esta ligado a un proceso y contexto historico – social en donde la concepción de cultura puede variar de un grupo social a otro y lo que se puede gestionar o no es esta, puede ser en igual o mayor medida una variable importante a considerar. Por ejemplo, en algunos casos la cultura es vista solo como las expresiones artísticas y los patrimonios, como objetos o productos culturales que deben ser promocionados y difundidos entre la problación, informando y dando un acercamiento de estos espacios a la sociedad. Eso quiere decir, que dependiendo de como de priorice o entienda la cultura dentro de un grupo social, se verán privilegiados algunos sectores más que otros según la forma del diseño de acción gestionatario concebido para alcanzar los objetivos planteados de acuerdo a las exigencias del contexto en donde se desarrolla y relaciona. De acuero a este análisis y según José Luis Mariscal Orozco se han de encontrar tres categorías de lo que es, y lo que hace un Gestor Cultural.


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El Gestor Cultural como organizador de actividades

Esta figura se fundamenta en la idea de delimitar la cultura o el ejercicio cultural al desarrollo de actividades o eventos en donde se promuevan las expresiones artísticas y el patrimonio cultural. El conocimiento de los lenguajes artísticos, aspectos técnicos, historia del arte, corrientes artísticas, puntos patrimoniales de su entorno, valoración del arte, entre otros aspectos, son importantes para el desarrollo de su labor cultural, ya que son sus insumos de trabajo, basando su labor en dos estrategias principales: la promoción y la difusión.

En la estrategia de promoción, el objetivo principal es dar a conocer el producto cultural que se esta realizando, por medio de la comunicación y en acercamiento entre los públicos y el bien o servicio, creando una fidelidad con la población en la generación de identificación, y posicionamiento sobre los mismos. Es de vital importancia la interacción de entre las partes para lograr los resultados deseados.

En el caso de la difusión, esta es una estrategia de comunicación que tiene como objetivo expandir la información de una bien o servicio cultural para que este sea conocido por un amplio sector poblacional o bien expandir el radio de conocimientos a sectores que aún no tienen un acercamiento con el producto en cuestión.

Para la ejecución de estas estrategias es necesario la implementación de herramientas relacionadas con la administración, la logística y la operación de las actividades pues estas son  en su función básica parte indispensable del accionar cultural, por lo que, la unidad principal de trabajo es la generación de de servicios culturales como festivales, expocisiones, talleres artísticos y demás que tienden a tener objetivos que justifican su propia realización, pero dejan en segundo plano, la intención que se pretende atender con la realización de estas actividades.

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El Gestor como mediador cultural

Aquí se concibe a la cultura como objetos artísticos y patrimoniales que deben ser creados, conservados, promovidos y difundidos, pero a diferencia del anterior, pues no ve solamente la distribución y acceso físico a lo cultural, sino que se centra además en generar entendimiento, valoración, uso y apropiación de los mismos.

Este tipo de gestor obseva que dentro de su escenario laboral se encuntran los creadores con la función de producir obras artísticas y creativas, discursos de valor y usos; y por otro lado están los diferentes grupos sociales que conforman su población de trabajo, con diversas formas de acceso a los bienes culturales, con capitales culturales diferenciados que componen la identidad, su valor, uso y apropiación. Pero también de manera inversa, pues los creadores no atienden las necesidades de sus públicos y sus propuestas son descontextualizadas, sin mucho significado e incluso elevadas a un nivel sacro que no puede ser alcanzado por los simples mortales. Algo similar se observa en la relación entre los patrimonios culturales y sus comunidades.

En términos metodológicos, este gestor cultural parte de la identificación de una problemática concreta que considera importante atender; también comprende que las actividades culturales no deben ser el fin sino el medio por el cual se pueden llegar a los fines, en este caso, la atención y modificación de la problemática identificada. El gestor cultural se ve a sí mismo como “intermediador o facilitador entre quienes crean una obra artística o científica, quienes poseen la capacidad financiera y quienes acceden a un determinado bien cultural. Por ello, la estrategia primordial utilizada por este tipo de gestores es la mediación cultural. Esta estrategia parte de dos supuestos conceptuales: el primero, es que el aprendizaje está mediado por la cultura del sujeto, de tal manera que la adquisición de conocimientos y patrones culturales (como los lenguajes estéticos o los hábitos de consumo cultural) se da primero a nivel social con la interacción entre la gente (plano interpsicológico) y después de manera individual a través de su internalización (plano intraspicológico). He ahí la importancia de la formación de públicos para que puedan comprender, usar y apropiar los bienes culturales.

El segundo supuesto es que la función de intermediación del gestor no solo permite conectar a los bienes culturales con sus públicos (y la formación de éstos), sino que también debe mantener un equilibrio entre la oferta que se produce y consume en el mercado, así como las limitaciones y control que ejerce el Estado con respecto a la creación a través de sus mecanismos burocráticos de apoyo a la cultura.

Así pues, para el cumplimiento de la mediación requiere centrarse en dos propósitos principales, por una parte, en la formación de públicos y en el fomento en la creación; la formación de públicos permite que los destinatarios puedan tener acceso a los bienes culturales, no solo de forma física sino también de entendimiento y disfrute a través de la educación artística o patrimonial. En este sentido, utiliza herramientas de investigación para hacer un diagnóstico de las competencias culturales, de sus hábitos y consumos, así como herramientas de difusión, promoción e incluso de formación como pueden ser talleres, cursos, conferencias, conciertos didácticos, etc. Por su parte, el fomento a la creación le permitirá diversificar, ampliar, mejorar y poner a disposición un mayor número de bienes culturales contextualizados e incluso demandados por el público. Para este fin se utilizan herramientas como concursos, talleres, becas, financiamientos, etc.

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El Gestor Cultural como solucionador de problemas y necesidades

Esta última forma de concepción tiene como punto de partida el que la cultura no solo son productos manifiestos de bienes culturales, sino que también son prácticas y valores que pueden ser entendidos en sus contextos y procesos históricos y sociales. En ese sentido, lo cultural comprende también las formas de pensamiento, de relación, de conducta, de consumos, de valoración y de percepción de la realidad. Al ser la cultura una construcción social, no está exenta de tensiones resultado de las relaciones entre los diversos grupos sociales y su relación con el entorno. Por ello, lo gestionable de la cultura se suscribe en la identificación y solución de problemas y necesidades culturales de las comunidades.

Como cada comunidad es diferente en su configuración, medio ambiente e historia, requiere por lo tanto estrategias diferenciadas para su atención, pues no es lo mismo trabajar con una comunidad indígena, que con una comunidad de científicos o una comunidad de empresarios “amigos del arte”.

De acuerdo con lo anterior, el gestor cultural requiere del entendimiento de la lógica de las problemáticas a las que desea atender y del diseño de modelos de intervención que le permitan modificar o generar las condiciones que hacen posible esa situación, utilizando diferentes herramientas dependiendo el caso y los propósitos que se desean alcanzar.


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La Gestión Cultural como ingeniería de lo cultural

En términos generales, la ciencia es un sistema ordenado y estructurado de conocimientos sobre fenómenos naturales y sociales utilizando métodos científicos. La forma para generar, verificar y organizar el conocimiento es a través de la investigación científica, también llamada investigación básica, cuyo único propósito es la producción del conocimiento por el conocimiento. Así pues, la actividad del científico es generar conocimiento para comprender los fenómenos. De otra parte, la ingeniería, en términos generales, se puede entender como la aplicación de conocimientos científicos para la resolución de problemas que afectan la actividad cotidiana de la sociedad.  Por lo tanto, la actividad del ingeniero es diseñar y aplicar soluciones a través de la selección y utilización de técnicas, diseños, modelos, así como la aplicación de los conocimientos científicos y la tecnología, entendida como “el conjunto de conocimientos técnicos, ordenados científicamente, que permiten diseñar y crear bienes y servicios que facilitan la adaptación al medio ambiente y satisfacer tanto las necesidades esenciales como los deseos de la humanidad”.

El conocimiento generado en las disciplinas científicas es aprovechado por los ingenieros: el ingeniero aeroespacial de la física, el ingeniero informático de las matemáticas, el ingeniero químico farmacobiólogo de la química y de la biología, y así entre otros. En consecuencia, la gestión cultural retoma los conocimientos, metodologías y herramientas de otras disciplinas de las ciencias sociales, humanidades y administrativas para diseñar y aplicar modelos de soluciones a las necesidades y problemas culturales.

Desde este enfoque, la gestión cultural debe ser entendida como un campo

interdisciplinar que articula conceptos, metodologías, elementos técnicos y financieros para el análisis e intervención de una organización social dada, a partir del diseño, implementación y evaluación de estrategias de acción cultural.  La acción cultural la vamos a definir como una forma de acción social racional con arreglo a fines de intervención de una situación dada a partir de la generación y/o modificación de las condiciones necesarias para que los agentes conciban sus propios objetivos en el ámbito de la cultura. Esto implica, entonces, que las soluciones que los gestores culturales van a brindar deben estar dirigidas a generar o modificar las condiciones de las necesidades o problemáticas culturales y atenderlas a través de la aplicación de teorías, métodos y herramientas de las diversas disciplinas existentes. Para realizar su labor, el gestor cultural requiere de un acervo de conocimientos organizados y predispuestos a ser aplicados para analizar e intervenir sobre una situación dada.

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Es importante tener claro que estas funciones o facetas de Gestor Cultural no son separadas una de la otra que dentro del entorno real de gestión y de trabajo cultural existe una trasversalidad de enfoques que mezclan al final las funciones, responsabilidades y estrategias de gestión que dependerán de los factores que primen en el contexto social en donde se desarrolle el trabajo cultural. Lo importante es que la persona encargada tenga los conocimientos y las capacidades necesarias para afrontar las necesidades, dificultades y oportunidades que se presenten así lograr alcanzar los objetivos y resultados deseados. Y recuerda, «La Cultura, transforma vidas».






Referencias

Métodos y herramientas en Gestión Cultural. Investigaciones y experiencias en América Latina / editores Carlos Yáñez Canal, José Luis. Mariscal Orozco …


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