¿Cómo asegurar que los saberes y prácticas tradicionales pasen de una generación a otra en un mundo digitalizado?
- Wil Jiménez Kuko
- 29 sept
- 6 Min. de lectura

El patrimonio cultural inmaterial, conformado por los saberes, prácticas, rituales, expresiones artísticas, culinarias y formas de vida transmitidas de generación en generación, enfrenta hoy un desafío sin precedentes: la digitalización de la vida cotidiana. El mundo contemporáneo avanza a un ritmo acelerado hacia la virtualidad, transformando no solo la manera en que nos comunicamos, trabajamos y nos relacionamos, sino también la forma en que concebimos la memoria colectiva. En este contexto surge una pregunta crucial: ¿Cómo asegurar que los saberes y prácticas tradicionales no se pierdan, sino que logren adaptarse, transmitirse y mantenerse vivos en las nuevas generaciones?
Responder esta pregunta requiere un análisis amplio y complejo que abarca la relación entre tradición y modernidad, la influencia de la globalización, el rol de la educación, el papel del Estado y la responsabilidad de las comunidades. El reto no consiste únicamente en conservar prácticas como si fueran piezas de museo, sino en lograr que estas prácticas sigan teniendo sentido, uso y pertinencia en la vida de las personas, incluso dentro de una realidad cada vez más digitalizada.
Las prácticas tradicionales han sobrevivido a lo largo de la historia gracias a un proceso fundamental: la transmisión oral, orgánica y vivencial. Un abuelo que enseña a su nieto cómo preparar un platillo típico, un maestro que muestra a su aprendiz cómo tallar la madera, una comunidad que se reúne para celebrar una fiesta patronal; todas estas experiencias han permitido que los saberes se mantengan vigentes. Sin embargo, en un mundo donde gran parte de la interacción se da a través de pantallas, redes sociales y plataformas digitales, este modelo de transmisión enfrenta obstáculos.
La digitalización ofrece ventajas innegables, como el acceso a información ilimitada y la posibilidad de documentar y difundir prácticas culturales a nivel global. No obstante, también puede generar procesos de homogeneización cultural, donde lo local se ve opacado por contenidos globalizados y masificados. Además, las dinámicas de inmediatez y consumo rápido que caracterizan al mundo digital pueden chocar con la naturaleza pausada y vivencial de los saberes tradicionales.
El riesgo, entonces, no radica en la digitalización en sí misma, sino en permitir que esta sustituya las experiencias directas y comunitarias que dan sentido al patrimonio inmaterial. De allí surge la necesidad de encontrar un punto medio: usar lo digital como herramienta de apoyo, pero sin renunciar al contacto humano que constituye la esencia de la transmisión cultural.
¿Por qué es importante asegurar la transmisión de los saberes tradicionales?
Identidad cultural: Los saberes tradicionales son parte del ADN de una comunidad. Representan su historia, su cosmovisión, su relación con la naturaleza y su manera de interpretar el mundo. Perderlos sería equivalente a perder una parte fundamental de la identidad colectiva.
Diversidad frente a la globalización: En un mundo cada vez más interconectado, la diversidad cultural es un antídoto contra la uniformidad. Mantener vivas las tradiciones significa aportar a un mosaico global de culturas que se enriquecen mutuamente.
Resiliencia comunitaria: Muchos saberes tradicionales están ligados a formas sostenibles de producción, a medicinas naturales y a prácticas de convivencia comunitaria que pueden ofrecer soluciones a crisis contemporáneas, como el cambio climático o la salud mental.
Sentido de pertenencia y cohesión social: Las prácticas culturales compartidas fortalecen los lazos entre generaciones y entre miembros de una misma comunidad. La transmisión de saberes no es solo un acto de enseñanza, sino también de encuentro, diálogo y unión.
Estrategias desde la comunidad
La comunidad es el primer espacio donde los saberes tradicionales se transmiten. Aunque el mundo digital transforma las dinámicas sociales, existen múltiples maneras en que las comunidades pueden adaptarse para mantener viva su herencia cultural.
La vivencia como centro de la transmisión
Ningún video o tutorial puede sustituir la experiencia de vivir una práctica cultural en carne propia. Por ello, las comunidades deben promover encuentros intergeneracionales donde los jóvenes aprendan directamente de los mayores. Festivales, talleres comunitarios y círculos de transmisión oral son espacios que permiten mantener la esencia de la tradición, complementada y no reemplazada por lo digital.
Documentación comunitaria
En un mundo digital, la memoria también puede preservarse a través de registros audiovisuales, blogs comunitarios y archivos digitales creados por los propios portadores de la tradición. Esto garantiza que los saberes se conserven desde una mirada interna y no desde una imposición externa que podría distorsionar su sentido.
Uso creativo de redes sociales
Las redes sociales pueden convertirse en aliadas de la transmisión cultural. Jóvenes que aprenden una danza tradicional pueden compartir sus experiencias en TikTok o Instagram, generando orgullo y visibilidad. La clave está en producir contenidos atractivos que respeten la esencia de la tradición sin trivializarla.
Educación no formal
Más allá de las escuelas, las comunidades pueden crear espacios educativos alternativos: talleres de cocina tradicional, grupos de aprendizaje de música autóctona, programas de turismo cultural donde los visitantes aprenden haciendo. Estas iniciativas generan ingresos y, al mismo tiempo, fortalecen la transmisión.
Liderazgo juvenil
Involucrar a los jóvenes como protagonistas es esencial. Ellos pueden ser mediadores entre la tradición y la digitalización, aprovechando su familiaridad con la tecnología para dar nueva vida a prácticas ancestrales y conectarlas con audiencias más amplias.
Estrategias desde el Estado
El Estado, como garante del bien común, tiene la responsabilidad de crear condiciones que favorezcan la transmisión de los saberes tradicionales. Esto requiere políticas públicas específicas y recursos sostenibles que fortalezcan la acción comunitaria.
Educación formal con enfoque cultural
Los sistemas educativos deben incorporar en sus currículos los saberes tradicionales de cada región, no como contenidos periféricos, sino como parte integral de la formación ciudadana. Programas donde los mayores de las comunidades sean invitados a las escuelas para compartir sus conocimientos pueden generar puentes valiosos entre generaciones.
Políticas de salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial
Siguiendo las recomendaciones de la UNESCO, los Estados deben crear planes nacionales de salvaguarda que incluyan inventarios participativos, apoyo a portadores de tradición y mecanismos de financiamiento para proyectos comunitarios.
Plataformas digitales nacionales
El Estado puede impulsar la creación de repositorios digitales donde se documenten las tradiciones del país: videos, entrevistas, archivos sonoros y manuales que estén disponibles de manera gratuita. Esto no sustituye la transmisión vivencial, pero asegura una memoria colectiva accesible para futuras generaciones.
Apoyo económico a portadores de saberes
Muchos maestros tradicionales enfrentan precariedad económica que pone en riesgo la continuidad de sus conocimientos. Becas, incentivos y programas de reconocimiento económico pueden garantizar que su rol sea valorado y que tengan condiciones dignas para enseñar.
Legislación para la protección de conocimientos tradicionales
En el ámbito legal, es fundamental crear marcos normativos que reconozcan y protejan los derechos de propiedad intelectual colectiva de los pueblos y comunidades, evitando la apropiación indebida de sus saberes.
El rol de la digitalización como aliada
Lejos de ver la digitalización como enemiga, es posible transformarla en un medio de transmisión. Algunas ideas son:
Aplicaciones móviles educativas que enseñen idiomas indígenas, recetas tradicionales o técnicas artesanales.
Realidad virtual y aumentada para recrear fiestas, rituales y entornos culturales que los jóvenes puedan experimentar de manera inmersiva.
Plataformas de microaprendizaje que transmitan cápsulas cortas y atractivas sobre elementos culturales.
Videoconferencias intergeneracionales que conecten a maestros tradicionales con jóvenes de distintas regiones.
La clave está en que estas herramientas tecnológicas no sustituyan la experiencia vivencial, sino que la complementen y la difundan a nuevas audiencias.
Retos y dilemas
La transmisión de saberes en un mundo digitalizado también plantea dilemas éticos y prácticos:
Riesgo de banalización: Al adaptar tradiciones a formatos digitales rápidos, existe el peligro de simplificar o desvirtuar su sentido profundo.
Acceso desigual a la tecnología: No todas las comunidades cuentan con conectividad, lo cual puede aumentar las brechas en la transmisión cultural.
Apropiación cultural: La exposición global de prácticas tradicionales en internet puede facilitar su uso indebido por parte de terceros, sin reconocimiento ni beneficio para las comunidades de origen.
Sobrecarga de información: En un océano de contenidos digitales, las tradiciones locales pueden perder visibilidad frente a tendencias globales más atractivas para los jóvenes.
La digitalización no tiene por qué significar pérdida; puede ser una oportunidad para reimaginar la manera en que los saberes circulan, llegan a más personas y se adaptan a nuevos contextos. Sin embargo, es fundamental que cada comunidad sea la protagonista de este proceso, decidiendo cómo y bajo qué condiciones se transmiten sus prácticas.
Al final, la verdadera transmisión cultural no depende únicamente de plataformas digitales o políticas estatales, sino del deseo profundo de las personas de mantener vivo aquello que los conecta con su historia, su identidad y su comunidad. Mientras exista ese compromiso colectivo, la tradición encontrará siempre el camino para pasar de una generación a otra, aun en el mundo más digitalizado.
Bibliografía consultada
Barth, F. (2002). Balancing Local and Global Knowledge: The Role of Universities. UNESCO Publishing.
Becerra, R. (2018). Patrimonio cultural inmaterial y transmisión intergeneracional: retos en la sociedad contemporánea. Revista de Estudios Culturales Latinoamericanos, 14(2), 55-74.
Hobsbawm, E., & Ranger, T. (1983). The Invention of Tradition. Cambridge University Press.
Naciones Unidas (2015). Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. ONU.
Pérez, C. (2020). Patrimonio cultural en la era digital: tensiones entre globalización y localismo. Revista Iberoamericana de Patrimonio Cultural, 7(1), 25-42.
Smith, L. (2006). Uses of Heritage. Routledge.
UNESCO (2003). Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. París: UNESCO.
UNESCO (2012). Directrices Operativas para la aplicación de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. París: UNESCO.
Van Zanten, W. (2017). Safeguarding intangible cultural heritage in the digital age. UNESCO Intangible Cultural Heritage Section.
Wright, C. (2019). Digital Culture and Heritage: Opportunities and Challenges for Transmission. International Journal of Heritage Studies, 25(3), 291-305.










Comentarios