¿Por qué es tan importante la aparición del Swing Criollo en una moneda?
- Wil Jiménez Kuko
- 13 jul
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 14 jul

El patrimonio cultural inmaterial constituye el latido oculto de las naciones: esos gestos, saberes y expresiones que, transmitidos de generación en generación, moldean identidades colectivas y dan sentido a la vida cotidiana. En Costa Rica, el Swing Criollo se alza como una de las manifestaciones artísticas más representativas de esta vitalidad popular.
En 2022, cuando se anunció que el Banco Central de Costa Rica lanzaría una nueva serie de monedas con símbolos culturales, muchos especialistas en danza, historia y antropología coincidieron en que el Swing Criollo merecía ocupar un lugar destacado. Hoy, ante la propuesta de plasmarlo en una moneda oficial, surge la oportunidad no solo de celebrar un baile, sino de honrar un proceso de mestizaje cultural, creatividad popular y resistencia simbólica que define al costarricense contemporáneo.
Lejos de ser una simple "adaptación", el Swing Criollo se convirtió en un espacio de creatividad: los bailarines costarricenses incorporaron pasos improvisados y giros que reflejan el carácter vivaz y el ingenio tico, creando un lenguaje de encuentro, celebración y comunidad. Hoy, después de décadas de práctica y transmisión, el Swing Criollo ha trascendido la informalidad y se ha convertido en un símbolo nacional reconocido, que sintetiza la calidez, el humor y la creatividad del costarricense.
La moneda como soporte simbólico y pedagógico
Una moneda no es únicamente un medio de intercambio. Es, ante todo, un objeto simbólico que circula de mano en mano, que viaja por el territorio y que trasciende generaciones. Históricamente, las monedas han sido utilizadas por los Estados para narrar historias de poder, figuras ilustres, paisajes emblemáticos o hitos fundacionales.
Incluir el Swing Criollo en una moneda implica un acto de resignificación cultural: convertir un arte popular en patrimonio tangible y cotidiano. Este gesto ofrece, además, una oportunidad pedagógica excepcional. Cada persona que reciba la moneda, desde un niño hasta un turista, tendrá un motivo para preguntarse: "¿Qué representa esta figura? ¿Por qué está bailando?". La moneda se transforma, entonces, en una puerta abierta al conocimiento y a la valoración del patrimonio inmaterial.
Reivindicación del patrimonio vivo
El Swing Criollo es, desde 2012, reconocido oficialmente como patrimonio cultural inmaterial de Costa Rica. Este reconocimiento institucional ayudó a consolidar políticas de salvaguardia, fomento y transmisión. Sin embargo, muchos patrimonios inmateriales corren el riesgo de fosilizarse cuando se encierran en un museo o se limitan a la academia.
Por eso, la representación en una moneda resulta tan poderosa: reactiva la conversación social y conecta el patrimonio vivo con la vida diaria. Es un recordatorio de que el Swing Criollo sigue presente en salones, festivales y celebraciones populares; que no es un objeto de vitrina, sino un arte dinámico que sigue reinventándose.
Además, la moneda se convierte en un instrumento de visibilización para comunidades y artistas que durante años han luchado por legitimar sus saberes y prácticas. Reconocer al Swing Criollo en el espacio monetario significa dignificar la memoria colectiva de los barrios que lo crearon.
En un mundo globalizado donde las identidades nacionales tienden a diluirse, los símbolos culturales cobran una relevancia crucial. Costa Rica ha sabido posicionar el "Pura Vida" como lema internacional; el café, el gallo pinto y la biodiversidad como emblemas gastronómicos y naturales.
Pero, ¿Qué sucede con las expresiones artísticas urbanas? ¿Qué lugar tienen los gestos cotidianos, los bailes, las músicas populares? Incluir el Swing Criollo en una moneda significa recordar que la identidad costarricense también se construye en la pista de baile, en los movimientos espontáneos y en los abrazos rítmicos.
A nivel social, el Swing Criollo ha servido como herramienta de integración intergeneracional y comunitaria. Personas jóvenes y mayores pueden compartir un mismo espacio de danza; familias enteras encuentran en este baile un punto de unión. La moneda, entonces, no solo representa el baile, sino la fuerza integradora que este encarna.
Turismo cultural y proyección internacional
Costa Rica es reconocida mundialmente por su modelo sostenible y su riqueza natural. Sin embargo, en los últimos años se ha impulsado el turismo cultural como un nuevo eje de desarrollo. Esta moneda podría fortalecer esta estrategia, ofreciendo a los visitantes una narrativa más amplia y diversa del país.
Un turista que recibe la moneda como recuerdo, o que la ve representada en guías y folletos, siente curiosidad y deseo de experimentar "eso" que lo hace tan costarricense. Así, la danza se convierte en un atractivo turístico auténtico, lejos de los estereotipos exóticos y mucho más cercano al corazón de la cultura viva.
Además, el Swing Criollo tiene potencial para insertarse en festivales internacionales, intercambios artísticos y giras educativas. La moneda, en este sentido, actúa como un "embajador" silencioso que acompaña y legitima estas iniciativas en el exterior.
Educación patrimonial: sembrar futuras generaciones
La educación patrimonial es clave para la sostenibilidad cultural. Desde niños, los costarricenses deberíamos de sentir orgullo y pertenencia por sus danzas, músicas y tradiciones. Sin embargo, muchas veces estas manifestaciones no aparecen en los libros escolares o en los espacios formales de aprendizaje.
Una moneda que muestre el Swing Criollo puede ser el punto de partida para programas educativos innovadores: talleres de danza en escuelas, charlas sobre patrimonio en colegios, actividades en bibliotecas y museos.
Además, el uso cotidiano de la moneda facilita un aprendizaje natural: un niño que la vea en casa o en una tienda puede preguntar a sus abuelos o padres qué significa, creando un puente afectivo entre generaciones.
Economía simbólica y empoderamiento artístico
El Swing Criollo no es solo cultura: también es economía. Existen academias, grupos artísticos, festivales y actividades que giran alrededor de este baile y que generan empleo directo e indirecto.
Visibilizarlo en una moneda implica reconocer y apoyar esta cadena productiva, que muchas veces trabaja desde la informalidad o con escasos recursos. La moneda puede convertirse en un símbolo de respaldo institucional y social, fortaleciendo la autoestima de artistas y gestores culturales.
Por otro lado, se crea una "economía simbólica": objetos de colección, recuerdos turísticos, merchandising, programas de diplomacia cultural, entre otros. Cada iniciativa que surja alrededor de la moneda puede traducirse en nuevas oportunidades económicas para comunidades locales.
El diseño de la moneda también refleja el espíritu del Swing Criollo, con la aparición de las señora Ligia Torijano y Walter Morales (Cúpido) dos figuras importantes de la comunidad que han hecho grandes aportes a la salvaguarda y fortalecimiento de este baile.
No se trata solo de colocar una figura bailando: sino de transmitir la alegría, la improvisación y la conexión emocional que caracterizan a esta danza.
Muchos países han utilizado sus monedas para exaltar su patrimonio cultural inmaterial. Por ejemplo, España ha emitido monedas conmemorativas con motivos de flamenco; Argentina, con el tango; Japón, con festivales tradicionales.
En todos estos casos, la decisión va más allá del coleccionismo: busca proyectar una imagen de país basada en valores culturales únicos. Costa Rica, al incluir el Swing Criollo, se suma a este selecto grupo, reafirmando su compromiso con la diversidad cultural y el desarrollo sostenible. Además, desde la perspectiva diplomática y de imagen internacional, una moneda dedicada al Swing Criollo fortalecería la marca país, mostrando un rostro artístico y cálido al mundo.
El Swing Criollo en una moneda no es solo una cuestión estética o de marketing patrimonial. Es un acto profundamente político y social, que reconoce la creatividad de los sectores populares, la importancia de la transmisión oral y la riqueza de la vida urbana costarricense.
La moneda puede circular, desgastarse, cambiar de bolsillo. Pero la historia y el orgullo que lleva consigo permanecerán, alimentando la identidad nacional y conectando a cada costarricense con sus raíces. Más allá de su valor monetario, esta moneda se convierte en un pequeño altar portátil al arte, al mestizaje cultural y a la alegría compartida. Una invitación silenciosa a bailar, a recordar y a reconocerse en el otro.
A través de este gesto, Costa Rica no solo preserva un baile: preserva un modo de ser, un lenguaje corporal que sintetiza la "pura vida" en su forma más auténtica. Así, cada vez que una persona pague con esa moneda, estará sosteniendo en sus manos mucho más que un simple instrumento económico: llevará consigo un pedazo vivo de la memoria y la creatividad costarricense, una invitación perpetua a celebrar la vida al ritmo del Swing Criollo.










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