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Emprendimientos culturales: pesando estratégicamente



Iniciamos con esta entrega especial dedicada a los emprendimientos y a todas aquellas personas que desean materializar sus ideas y obtener un ingreso o ganancia a partir de un producto o servicio cultural o artístico. Espero esta información les ayude a tomar la decisión de emprender y sacar adelante sus proyectos.


Cuando nos preguntamos por qué el arte es tan importante en nuestras vidas, pensemos en cómo nos permite expandirnos y crecer como individuos y como colectivos humanos. El arte nos saca de nuestra zona de confort, nos invita a cuestionar la forma como vivimos y aquello que damos por sentado como verdad, evidencia nuestras sombras y nos propone nuevas formas de disfrute estético. Por ello amplifica nuestra calidad de vida, nos impulsa a la acción y dinamiza territorios. Al reconocer su importancia resulta evidente que el acceso al arte no puede seguir siendo un problema y que debemos encontrar maneras de hacerlo llegar a más públicos. ¿Cómo lo hacemos? Construyendo puentes entre personas y organizaciones, abriendo vías de diálogo, promoviendo redes de intercambio, recuperando los espacios públicos, fomentando nuevas posibilidades creativas, valorando la creación.



La cultura es un sector que bien gestionado puede crear empleos y muchos recursos económicos. Para ello es importante desarrollar nuevos mercados de consumo cultural y diversificar la oferta existente, con lo cual se movilizan también los contenidos educativos que las artes y las expresiones culturales traen consigo. Se pueden generar circuitos económicos a partir de la protección de los derechos culturales y del patrimonio, de la valoración de conocimientos y tecnologías provenientes de la diversidad cultural, del fomento de las industrias culturales y de la promoción de las artes. Esta diversificación de la oferta cultural permite también que la ciudadanía goce de más opciones para un uso creativo y formativo del tiempo libre.


La gestión de los emprendimientos culturales y creativos se enmarca dentro de las industrias denominadas "industrias creativas", "economía naranja", "industrias de contenido" como también se le suele llamar. Estas se basan en la producción y valoración de bienes y servicios culturales, con contenidos intelectuales y creativos.


Siguiendo la línea del Convenio Andrés Bello para la elaboración de Cuentas Satélite de Cultura, se define el "campo cultural" como “un conjunto de actividades y productos cuya razón de ser consiste en crear, expresar, interpretar, conservar y transmitir contenidos simbólicos”. Asimismo, las industrias culturales y creativas se pueden subdividir en la clasificación que se propone en el siguiente cuadro.



Asimismo, la definición usada de industrias culturales y creativas en la resolución que constituye el grupo de trabajo multisectorial que coordinará la Agenda Integral en materia de Industrias Culturales y Creativas es la siguiente: “Las industrias culturales y creativas comprenden aquellos sectores de actividad organizada que tienen como objeto principal la producción o la reproducción, la promoción, la difusión y/o la comercialización de bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o patrimonial, conforme lo establece la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Esta definición considera no solo los productos propios de la creatividad humana que son reproducidos industrialmente, sino también la cadena productiva y las funciones particulares que realiza cada sector para hacer llegar sus creaciones al público”. Partiendo de ello se existe una clasificación para orientar la comprensión de las actividades que componen las industrias culturales y creativas.


De hecho existen interrelaciones entre estas categorías, y es posible que un emprendimiento calce dentro de más de una. Precisamente una de las características actuales de las industrias culturales es su constante dinamismo, evolución y transversalidad. Por ello es posible encontrar, por ejemplo, emprendimientos que combinan la investigación con la producción de videos y la creación de eventos, u otros que comprenden la producción de un festival y paralelamente la organización de talleres y actividades de proyección social. Dada la efervescencia que viven las industrias culturales y creativas desde hace algunos años, vemos la multiplicación de nuevos modelos de negocio que se apartan por completo de los modelos tradicionales, típicamente jerárquicos e inflexibles. Los nuevos emprendimientos se adaptan rápidamente a los cambios del entorno, se basan en la creación de comunidades tanto físicas como virtuales, emplean canales alternativos de comunicación, generan propuestas de valor múltiples y nuevos intangibles, integran consideraciones de sostenibilidad social y ambiental, se basan mucho en la confianza y se sostienen fuertemente en las nuevas tecnologías.


En un entorno tan dinámico, ¿Cómo sentar las bases de un emprendimiento para que este sea sostenible?, ¿Qué actitudes afectan la evolución de un proyecto cultural?, ¿Qué aspectos claves de gestión nos convienen conocer? Esto es lo que veremos a continuación



Introspección de emprendedor

Nunca ha sido fácil vivir del arte ni manejar un proyecto cultural. Son muchos los factores en contra, tanto internos como externos: los desafíos económicos, el desconocimiento de los aspectos de gestión, la poca valoración de la cultura y del arte en algunos espacios, entre otros. La incertidumbre suele ser el rasgo común de muchos emprendimientos, pero cada uno de ellos tendrá sus propios desafíos. Aquellos cuya propuesta es esencialmente cuestionadora y que no está concebida para complacer comercialmente a un público deberán esforzarse por hacerse un lugar, sabiendo que su diferencial es precisamente su carácter genuino y transgresor.




Otros emprendimientos con vocación más orientada al mercado deberán aprender a competir, a innovar y a construir un público. En cualquier caso, todo proyecto que emprendamos requerirá que seamos capaces de responder a algunas preguntas importantes que nos permitan ver más allá del entusiasmo inicial e indagar con honestidad en lo que queremos realmente, nuestros talentos, nuestras limitaciones, nuestras oportunidades reales. Es fácil enamorarse de las ideas propias y perder la objetividad respecto a nuestras posibilidades y desafíos. Un rasgo común de todo emprendedor en su etapa inicial suele ser la dispersión, el deseo de hacer muchas cosas simultáneamente y sin ningún orden.


Si bien la energía que surge desde el caos es importante para el inicio de todo organismo vivo y de todo proyecto, esta es una etapa en la que no nos podemos quedar permanentemente. Otro rasgo común suele ser la negativa a escuchar opiniones de alerta sobre algunas decisiones dudosas, que suelen ser interpretadas como falta de apoyo o simple malas vibras.


Explorando mis motivaciones

Emprender un proyecto supone una responsabilidad importante, y antes de entrar a ver aspectos de gestión, detengámonos a analizar los elementos personales. Haremos un ejercicio que va a suponer una enorme sinceridad de tu parte, pues se trata de indagar qué es lo que te mueve a iniciar un proyecto y hasta dónde estás dispuesto a llegar con él. Te va a ayudar a proyectarte a largo plazo y visualizar las situaciones por las que probablemente vayas a atravesar como parte de la evolución de tu emprendimiento. Pasar por alto esta reflexión nos puede llevar innecesariamente a una frustración, a la pérdida de recursos e incluso a enemistarnos con quienes inicialmente nos apoyaron.


¿Por qué quieres hacer este proyecto?

¿Qué es lo que te mueve desde lo más fundamental? Puede que tu motivación principal sea mostrar tu arte, emprender una acción cultural frente a una realidad social en la que quieres intervenir o tal vez te interese la posibilidad de hacer una empresa. Tal vez tengas muy claro que lo tuyo no es ser empresario/a y que más bien deseas hacer un proyecto social anclado en el arte. Pregúntate qué es lo que más te entusiasma de este proyecto.


¿Qué espero de este proyecto?

¿Cómo te ves de aquí a cinco años?, ¿crees que tu proyecto puede convertirse en tu principal fuente de empleo?, ¿estarías trabajando todavía en este proyecto o lo ves más bien como una alternativa intermitente? Además, si participan contigo otras personas, ¿Qué esperas de ellas?, ¿comparten las mismas expectativas y motivaciones?, ¿Qué le interesa a cada quien desarrollar?, ¿son compatibles todos estos intereses? Es muy importante que haya un alineamiento en este nivel y que puedas ser capaz de manejar las diferencias que naturalmente surgirán.


Un error común es asumir que los demás por ser nuestros amigos o amigas comparten los mismos objetivos. A veces, por evitar una conversación que nos pueda sacar de nuestra zona de confort, pasamos por alto estas preguntas o creemos erróneamente que si las formulamos, esto significa el inicio de una enemistad. Pero es mejor afrontar estas preguntas al inicio de un proyecto.


¿Qué estoy dispuesto a sacrificar por este proyecto?

Esta es una pregunta que casi nadie quiere hacerse. A veces el sacrificio implica comprometer las mañanas de tus domingos para acudir a un ensayo, ceder una parte de tu casa para implementar una oficina o un taller, apoyar a tu grupo de teatro luego de tus horas regulares de trabajo, invertir en la compra de equipos, asumir el pago de alquiler de un espacio o estar económicamente ajustados durante varios meses. ¿Qué estás dispuesto/a a dar por tu proyecto?, ¿Qué no estás dispuesto/a a sacrificar?


Tal vez no todos en tu equipo puedan dar de sí en iguales proporciones. Si es así, tendrás que negociar con tu grupo. Puede suceder que alguien del grupo pase por una circunstancia particular: exámenes, la necesidad de trabajar, una beca de estudios en el exterior, un embarazo, una necesidad familiar, etc. Parte de tu desafío es saber adaptarte a estas nuevas situaciones, desarrollar empatía y ser flexible en la negociación con tus propios colegas. Recuerda que nada es rígido y que siempre deberás estar dispuesto/a a aceptar el cambio como parte natural del proceso.


¿Cuáles son mis principales recursos intangibles?

Estas son tus fortalezas, y para conocerlas mejor hay cuatro elementos cruciales que debes evaluar:

  • Tu experiencia: tu perfil profesional o laboral.

  • Tus talentos y habilidades: aquello en lo que eres especialmente bueno/a, lo que te distingue en tu arte o profesión.

  • Tus conocimientos: tu formación y tus conocimientos empíricos, el dominio de una determinada técnica o de una lengua, el acceso a una información particular, etc.

  • Las características positivas de tu personalidad: empatía, creatividad, riesgo, paciencia, tenacidad, por ejemplo.


¿Cuáles son mis debilidades personales como emprendedor(a)?

Esta es otra de las preguntas incómodas, pues supone revisar aquellos aspectos que no queremos o que no podemos ver de nuestra personalidad.


Tus debilidades pueden estar relacionadas a los cuatro aspectos que ya hemos mencionado: experiencia, talentos, conocimientos y características de tu personalidad. Fíjate que los tres primeros son aspectos fácilmente subsanables. ¿Te falta experiencia? No es complicado obtenerla. ¿Te faltan conocimientos? Puedes llevar un curso. ¿Necesitas afinar tus talentos? Puedes practicar más. Puede que seas muy bueno o buena en la práctica de una determinada disciplina, pero digamos que no te gustan los números y se te hace muy difícil llevar las cuentas de tu proyecto. ¿Cómo resolverás esto? Tal vez debas considerar involucrar a alguien que pueda ocuparse de ello.


El aspecto más difícil de trabajar es el de las características personales. ¿Cuáles son los rasgos de tu personalidad que necesitas fortalecer o incluso revertir para impulsar tu emprendimiento? Es posible que ya intuyas tus debilidades, o que no las conozcas del todo, o que necesites preguntar a alguien cercano cuáles considera que serían tus aspectos más densos.


Por ejemplo, puede que una de tus debilidades sea la tendencia a postergar los proyectos (procrastinar), o la falta de foco cuando inicias algo nuevo (distracción), o la ingenuidad en el momento de negociar tus tarifas. ¿Qué harás para mejorar estos aspectos de tu personalidad?, ¿Qué medidas vas a tomar?, ¿Qué nuevos compromisos puedes asumir para tu propio desarrollo?


Lo más probable es que debas crear nuevos hábitos y ser consciente de cómo y cuándo tu debilidad se activa. Conocerte es importante y tendrás que iniciar un trabajo de autoexploración intenso y disciplinado, a veces duro, pero que te permitirá crecer personalmente, y ser más consciente y más responsable de aquellos patrones de conducta que podrían traicionar tu voluntad de llevar a cabo un proyecto. Los nuevos hábitos se trabajan sobre la base de la cotidianidad y de la disciplina. Es posible hacerlo, pero requiere de un compromiso profundo y de una consciencia sobre qué es lo que quieres modificar o mejorar. Es un proceso muy personal, pero que está en la base de los grandes logros y de las grandes transformaciones. Tú decides hasta dónde quieres llegar.



Aspectos personales de mi emprendimiento

Un emprendimiento supone un compromiso de vida, y en sus inicios es similar a tener un bebé: requiere alimentación, cuidados especiales, cariño, presencia y sobre todo perseverancia. Veamos a continuación algunos de los desafíos personales más comunes.


  • EQUILIBRIO TRABAJO–FAMILIA: Como todo proyecto que recién se inicia, este demandará mucho de tu tiempo y con frecuencia sentirás que tienes poco control sobre ello. Es cuestión de encontrar un ritmo adecuado, no descuidar el cuidado de tu salud, aprender a delegar o a solicitar ayuda en caso de que la necesites y comunicar claramente a tu familia tus requerimientos y limitaciones, pues necesitarás de su apoyo.

  • MANEJO DEL PRESUPUESTO FAMILIAR Y DEL EMPRENDIMIENTO: Siempre es recomendable que manejes ambos presupuestos por separado. Si bien en un inicio tu familia y amigos pueden apoyarte a costear algunas de tus necesidades o a proveerte de bienes para que puedas llevar a cabo tu proyecto, debes apuntar a la independencia. La razón de ello tiene que ver con cuidar tus relaciones, así como con sincerar tus costos para que llegues a precios adecuados y veas si realmente puede ser sostenible. También es recomendable que administres por separado los asuntos de la familia y los de tu emprendimiento. No es buena idea manejar tus finanzas desde una sola cuenta bancaria. Esto puede funcionar en un inicio, pero en el mediano plazo necesitarás administrar el dinero por separado.

  • METERSE DE LLENO EN EL EMPRENDIMIENTO: Hay un momento en el que tu proyecto crece y empieza a demandar más de tu tiempo. Esto puede darse en la etapa inicial, o en una etapa más avanzada. No hay una temporalidad fija para ello. Lo cierto es que tarde o temprano deberás preguntarte seriamente cuándo es el momento de dar el salto y dedicar más tiempo al proyecto. Para muchos emprendedores, esta es una decisión difícil, sobre todo en las etapas iniciales, en las que con frecuencia existe otra actividad principal que nos sustenta. Hay quienes prefieren mantenerse dentro de este equilibrio más seguro, con un pie puesto en un trabajo regular. Otros deciden asumir el riesgo desde un principio. Todos los caminos son válidos, pero en algún momento el proyecto te pedirá tomar decisiones. Y acá también deberás andar con cuidado. A veces el momento oportuno es cuando accedes a un financiamiento importante, o cuando encuentras un aliado estratégico, o cuentas con un respaldo económico. La decisión la tomarás simplemente por un impulso personal o porque sientes que es el momento preciso para hacer de tu proyecto algo más grande.


Mitos comunes del emprendimiento cultural

Existen en torno al emprendimiento cultural algunas ideas que pueden ser desfavorables para el desarrollo de tu proyecto y que conviene revisar a continuación:


MITO 1: VENDER MI ARTE ES PROSTITUIRME

Para muchos emprendedores es difícil mantener un balance entre lo comercialmente aceptable y la independencia creativa. Depende de elecciones muy personales y de los principios que orientan tu trabajo. Existe más de un camino y de una forma de vivir del arte. No siempre se trata de vender tus obras o tus servicios. Vivir del arte es también impartir formaciones, crear espacios de encuentro, acceder a becas y financiamientos, participar en concursos, organizar eventos, entre otras tantas actividades que veremos en el módulo de fuentes de ingresos.

No tienes que adaptarte siempre a los gustos del mercado para ser sostenible, pero es válido que quieras cobrar por tus servicios o por las obras que realizas, sea que se trate de un festival, una obra de teatro, una escultura o cualquier otro producto cultural. Puede que generar dinero a partir de lo que haces no sea tu objetivo, pero si lo es no significa que te estés traicionando o de que te vendas al sistema.


A veces el idealismo o la romantización de nuestra propia imagen como artistas nos puede llevar a despreciar oportunidades importantes para mostrar nuestro trabajo o para hacer crecer nuestro proyecto. De lo que se trata es de encontrar un balance, pues de algo tienes que vivir, y qué mejor si puedes vivir de tu emprendimiento o si por lo menos este no te genera una pérdida constante de dinero.


Es posible vender tus productos o servicios y ser coherente con tus impulsos creativos. Es posible también que alguien valore tu creatividad y quiera pagar por ella. Como también es posible que tu trabajo no le guste a un público grande y que tengas que idear otras formas complementarias para generar ingresos y tener esa independencia creativa que no se somete a los dictados del mercado. Sea cual fuera el caso, ten cuidado con los juicios que escuches, pues la única persona que puede evaluar cómo estás manejando este equilibrio eres tú.



MITO 2: MI PROYECTO ES SIN FINES DE LUCRO, POR LO TANTO NO TENGO QUE SER RENTABLE

Este es uno de los mitos más comunes, la idea de que ser sin fines de lucro equivale a tener vocación por la pérdida. Como emprendedora o emprendedor, debes aspirar a ser sostenible. Que no persigas fines de lucro no justifica que puedas administrar tus recursos de manera irresponsable y de que no lleves cuentas claras de lo que ingresa ni de lo que sale. Si tienes resistencias para hablar de temas de números, puedes buscar ayuda o invitar a alguien para que se integre a tu equipo. Y si esto no te es posible, deberás aprender a manejar tus propias cuentas. Si no consideras esto, puede que traslades tus costos a otros y que no seas consciente de ello, y esto puede herir susceptibilidades y deteriorar las relaciones con tus colaboradores y amigos.



Planificación

Todo emprendimiento requiere de una planificación, en la que se establezca claramente la identidad de la organización, sus objetivos y sus estrategias teniendo en cuenta las características del entorno donde se encuentra, así como aquellas propias del equipo humano que la integra. Un buen plan de gestión permite visualizar escenarios, anticiparse a problemas, asignar responsabilidades de acuerdo con cada objetivo y emplear los recursos de la mejor manera posible.


¿Por qué hacer un plan? Pues porque nos permite ahorrar tiempo y costos, y enfocar mejor nuestras energías. Con ello reducimos la incertidumbre y los riesgos propios de emprender; así tendremos mayores posibilidades de ser sostenibles. Vamos a ir paso a paso por las etapas de la planificación, para llegar a constituir un plan de gestión cultural.


Mas allá de los aspectos formales de una organización se encuentran aquellos que constituyen su estructura interna, su mística y su identidad particular. Cuando empezamos a concebir nuestro emprendimiento necesitamos preguntarnos cuál es el sentido de hacer lo que hacemos. Para ello se plantea una misión, una visión y una declaración de valores que serán los pilares conceptuales de nuestra organización.


MISIÓN

La misión es la razón de ser de una organización, nuestro propósito fundamental como grupo humano. Resume lo que hacemos, a quién nos dirigimos y los valores que nos distinguen. De manera más precisa, la formulación de la misión debe responder a las pregunta sobre ¿Qué ofrecemos?, ¿Cuál es nuestra actividad principal?, ¿Quién es nuestro público?


VISIÓN

La visión, a diferencia de la misión, tiene que ver con aquello a lo que la organización aspira a convertirse, con el sueño que dirige su crecimiento. Por ello se orienta hacia el futuro. Se plantea por lo general en términos ambiciosos, pero alcanzables.


Ambos enunciados deben ser breves, directos y fáciles de entender. La misión y la visión nos sirven para ubicarnos y encuadrar toda la estrategia de nuestro emprendimiento. Pueden parecer solamente palabras, pero su relevancia es más visible sobre todo en los momentos de crisis en los que parecemos perder el rumbo de lo que venimos haciendo. Estas crisis pueden ser generadas por el inicio de una etapa de crecimiento, por cambios en el equipo humano o por cambios en el entorno en el que nos desenvolvemos. Entonces las preguntas importantes se hacen evidentes: ¿Qué queremos?, ¿Qué somos como grupo humano?, ¿hacia dónde estamos yendo? Aquí es cuando la visión y la misión nos centran, nos recuerdan por qué existimos, nos remiten al propósito original de lo que queremos y nos ayudan a evitar la dispersión. Por supuesto que ambos enunciados pueden cambiar y ser revisados cada cierto tiempo, pero lo importante aquí es que nos dan un punto de anclaje. Son también sumamente útiles en el momento de integrar a un nuevo miembro a nuestra organización, pues la misión y la visión irradian la mística del equipo, por lo tanto son también maneras fáciles y rápidas de comunicar qué somos en esencia.


Análisis FODA

Se trata de una herramienta muy útil para reconocer los elementos favorables y desfavorables que hay en nuestro entorno, así como para identificar nuestros puntos débiles y aspectos internos más ventajosos. El FODA, por sus siglas, alude a fortalezas y debilidades, las cuales están referidas a elementos internos, propios de la organización y del equipo que la integra, sobre las cuales se tiene cierto nivel de control o de responsabilidad. Oportunidades y amenazas corresponden más bien al entorno, y son elementos que escapan a nuestra capacidad de control. De este análisis se deducirán nuestros objetivos y nuestras estrategias para lograr esos objetivos. La utilidad de esta herramienta es que nos ayuda a identificar elementos críticos de la gestión estratégica para poder planificar nuestras decisiones. Ejemplo para una asociación de circo:




Objetivos y estrategias

Los objetivos y las estrategias resumen la ingeniería básica de un proyecto. Deben estar orientados a potenciar las fortalezas y oportunidades, pues de aquí saldrán nuestras ventajas competitivas, aquello que nos va a hacer despegar. Por otro lado, debemos minimizar los riesgos y revertir las debilidades, pues sobre estas últimas podemos incidir. Así, siguiendo con el ejemplo, podríamos llegar a este planteamiento:




Luego de haber completado tu proyecto a nivel organizacional, proyectivo y administrativo, sigue el proceso de formalización, en este punto los emprendimientos culturales pueden adoptar diversas formas; las más populares son la empresa o sociedad y la asociación civil sin fines de lucro o fundación. Cada una de ellas se rige bajo un reglamento, ley o institución oficial que vela por el cumplimiento de las obligaciones de funcionamiento que dicta el Estado.


Cada país tiene sus propias leyes para este tipo de organizaciones, por lo que debes de investigar y asesorarte sobre cual es la figura jurídica mas apta para tu proyecto o emprendimiento, analiza cuales con las desventajas y ventajas de cada una de ellas y toma la decisión bajo la optimización de tus intereses y objetivos planteados a mediano y largo plazo. Nos vemos en la segunda parte de esta entrega especial y recuerda ¡La Cultura, transforma vidas!




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